Cuando decides poner tu vivienda en el mercado, la primera impresión lo es todo. Pequeños detalles como una buena iluminación, espacios ordenados y una decoración neutra pueden marcar la diferencia entre una visita y una oferta.
Además, invertir en reparaciones básicas, como grifos que gotean o paredes con manchas, transmite al comprador una sensación de cuidado y confianza. Un hogar bien presentado no solo se vende más rápido, sino también a mejor precio.